Agustín Bravo: «Los ‘haters’ han existido siempre, mucho antes de las redes sociales»

ENTREVISTA a Agustín Bravo, comunicador y popular rostro televisivo, quien comienza la charla con una confesión: «Soy muy primitivo en esto de las redes sociales». El presentador, a sus 60 años, se compara con las generaciones de jóvenes digitales, que han nacido conectados y con conexión a Internet bajo el brazo, y siente que le queda mucho camino por recorrer.
Sin embargo, según avanza la conversación, es fácil darse cuenta de que Bravo maneja casi tan bien el medio digital como el televisivo, y que posiblemente le está sacando a las redes sociales mucho más partido del que él mismo piensa. Afirma, con sorpresa, que más de una vez le han preguntado si cuenta con un community manager. «¡Quién me va a llevar a mí las redes! Yo soy quien gestiono mis perfiles», exclama. Usuario de plataformas como Twitter y Facebook, asegura que ha caído rendido ante Instagram y la cercanía que le permiten trasmitir las Stories.
Esa misma cercanía es la que transmite durante la conversación, en la que también realiza pausas para preguntar por TreceBits o conocer cómo es el día a día de quienes integramos este medio digital. Agustín practica así, sin darse cuenta, la bidireccionalidad comunicativa de las redes sociales de una forma natural y transparente, también en la vida 1.0, en la que aglutina miles de seguidores sin necesidad de demasiado postureo.
-Agustín, ¿cómo han cambiado las redes sociales la forma de comunicarnos y relacionarnos?
-Siempre he sido muy fan del teléfono y de hecho, fui uno de los primeros que tuvo teléfono móvil en mi grupo de amigos. De hecho, en los 90, pensaba que sería un buen negocio invertir en temas de móviles, pero quién me iba a decir a mi que la telefonía iba a ser desbancada por completo por las redes sociales en cuanto a la manera de relacionarnos.
Hoy día no necesitas el número de teléfono de nadie para contactar con cualquier persona, basta con un Mensaje Directo en Twitter o por Instagram. Si alguien recibe un mensaje en WhatsApp de un número que no conoce, que no tiene en la agenda, le da desconfianza y le produce inquietud, pero sin embargo, cuando recibimos un mensaje privado en las redes sociales la sensación es diferente, parece que hay menos distancia…
-Basta en ese caso con pulsar sobre la bio de esa persona o ver sus publicaciones para saber quién es y tener mucha información sobre ella, claro.
-Efectivamente, esa es precisamente la cuestión. Yo ahora estoy preparando con mi mujer un nuevo proyecto: una agencia de representación. Tengo guardado el número de cientos de personas a las que he conocido durante mi profesión, pero lo que tengo claro es que en cuanto yo les ponga un Mensaje Directo van a pinchar sobre mi perfil y van a ver quién soy, sin tener que explicar mucho más. Van a decir, hombre, es Agustín.
Hay muchas personas que en Internet no son del todo honestas, pero en Internet la honestidad es fundamental
-¿Qué redes sociales son más útiles para tí?
-Utilizo Twitter para estar informado y también Instagram desde hace tiempo, aunque me pasó algo curioso. En un principio los Stories de Instagram me parecían algo absurdo, porque sólo duran un día publicados y me parecía que no tenían utilidad. Sin embargo, con el tiempo me he dado cuanta de que los contenidos de las historias tienen más visibilidad que los del feed, por eso cada vez los uso más. Es algo que he aprendido con el tiempo.
-Es que nadie nos enseña a utilizar las redes sociales, ¿no te parece?
-A los más jóvenes ya si, y están más avanzados en las redes sociales también porque han nacido con ellas y ya tienen hasta una parte del cerebro más desarrollado para manejar algo que cuando yo era joven no existía. En las redes sociales todo avanza muy rápido, cada año es como si pasara un Universo, pero los más jóvenes van evolucionando con ellas.
Yo por mi parte le echo muchas ganas, mucha fuerza… pero hay un escalón gigante y hay que trabajar duro para reducirlo.
-¿Ayudan las propias redes sociales a que la brecha y las diferencias entre generaciones sea menor o consideras que la acrecientan?
-En Internet encuentras infinidad de tutoriales, de superproducciones únicas que quieren aportar valor y dar valor añadido: desde cursos de idiomas hasta gente que te anima a invertir o que te enseña a utilizar Instagram. El problema es que no hay un filtro que te haga llegar a los buenos contenidos. Para lograr ver un vídeo interesante te tienes que comer 38 que no aportan en absoluto y que lo que te hacen es perder el tiempo.
Yo me asociaría contigo [creo que me está proponiendo un negocio] para crear una app que no existe en la actualidad, que sea capaz de analizar el perfil de esa persona que ha creado un contenido en Internet y que te pudiera decir el porcentaje de fiabilidad que tiene. Mientras no exista algo así, seguiremos navegando, muchas veces sin rumbo determinado… y por eso hay gente que acaba abandonando las redes sociales.
Creo que hay excesiva información, una maraña de contenidos que hacen que al final te vuelvas loco y que lo único que pretende la gente que los publica es que les veas. Es como un cebo en televisión, como una promo… te lo venden de manera tal que te quedes y pases tiempo en sus canales o sus perfiles, pero sin aportar más valor…
-Estás definiendo, de forma muy certera, lo que es el ‘clickbait‘.
-Pues fíjate no conozco esa palabra.
-El clickbait es tratar de enganchar al internauta con un título llamativo, buscando el click fácil con un anzuelo que lleva a un contenido que no aporta o es engañoso.
-Afortundamente de eso yo me doy cuenta de forma rápida. Cuando ves un contenido que se divide en distintas pantallas, que tienes que darle a «continuar leyendo», que sólo buscan que pulses y hagas click para mostrarte publicidad… es fácil ver que lo que quieren es que pierdas el tiempo. Hay muchas personas que en Internet no son del todo honestas, pero en Internet la honestidad es fundamental. Si no eres honesto, tu mismo te estás retratando y podrás engañar a alguien una vez, pero a la siguiente ocasión ya sabrá de qué va tu perfil y pasará de tí, o te ocultarán, o te bloquearán… aunque reconozco que yo no soy mucho de bloquear a nadie.
Detrás de cada prohibición hay una forma de saltársela. Se puede educar sin prohibir, sin límites.
-¿Te has encontrado con muchos ‘haters’ en las redes?
-Si, claro. Pero los ‘haters’ han existido siempre, mucho antes de que existieran las redes sociales. Recuerdo que hace años en Antena 3 o Tele 5 también recibía cartas de personas que te decían que tu trabajo no les gustaba. Es cierto que eran menos, entre miles de cartas que te agradecían tu labor, pero eso es por que entonces los ‘haters’ lo tenían más difícil. Tenían que escribir una carta, comprar un sello y llevarla al buzón de Correos. Ahora sólo necesitan activar su teléfono móvil y ya pueden reaccionar o dejar su opinión, no siempre de la mejor forma.
-¿Has tenido alguna experiencia desagradable?
-He caído en alguna broma, de alguien que intentaba ver cómo reaccionaba ante una determinada situación, pero que finalmente ha terminado confesando que era broma. Afortunadamente mis haters nunca han sido demasiado beligerantes. Yo siempre he tratado de mantener un perfil de comunicador honesto, centrado en su trabajo… pero es cierto que basta con decir «buenos días» que siempre hay alguien que se opondrá.
-¿Se deberían poner límites en las redes sociales?
-Creo que detrás de cada prohibición hay una forma de saltársela. Se puede educar sin prohibir, sin límites. En mi caso, tengo una hija de 13 años y no tiene límites para usar Internet o el móvil. Ella sabe lo que debe hacer o no porque hemos realizado un importante trabajo anteriormente. Es necesario que conozcan los riesgos de las redes sociales para que aprendan a usarlas adecuadamente.
Siempre he comentado que a mi me educaron de forma muy tradicional, y sobre todo con un valor fundamental: el amor. Si educas a tus hijos en el amor, en el respeto, en el cariño… se genera una relación sana con los padres en la que no cabe la prohibición y límites. No puedes vigilar a tu hijo 24 horas, tendrá que caminar solo en algún momento, pero sí puedes darles las herramientas para discernir lo bueno de lo malo en cada situación.