Entrevista a David Ruipérez, autor de «Mi vida por un Like»

David Ruiperez

ENTREVISTA a David Ruipérez, autor del libro «Mi vida por un ‘Like'», libro publicado por Editorial Almuzara, en el que realiza un recorrido muy útil para padres -e hijos- que quieran entender cómo se relacionan los jóvenes en las redes sociales, el universo de los ‘influencers’ y cómo preparar a los adolescentes para enfrentarse al mundo 2.0 minimizando los riesgos y sacándole el máximo partido.

-¿Qué les gusta hacer a los hijos en las redes sociales que sus padres ni imaginarían?

-La mayor parte de los padres no tienen ni idea de hasta qué punto sus hijos narran su día a día en imágenes. Es como el periodismo, si no lo cuentas no existe, pero sería más bien un periodismo “rosa” y egocéntrico. Y no es malo en sí cuando te haces una foto con los amigos o amigas o muestras tu nuevo “outfit”, pero qué pasa si son fotos sensuales a edades tempranas o se graban bebiendo alcohol o cometiendo un delito o falta. A ciertas edades no se calculan las consecuencias de comportamientos propios de la adolescencia, cosas que todos hemos hecho en su momento, pero sin una cámara delante.

Por otra parte, los padres no saben qué vídeos ven y muchos se quedarían con la boca abierta ante el nivel de chorradas que dicen y los comportamientos estúpidos de muchos youtubers. Otro factor que los padres no controlan es los comentarios que pueden hacer sus hijos e hijas a una foto ajena, donde puede haber expresiones y actitudes muy hirientes –sobre el físico de otra persona por ejemplo- que destroce la autoestima del protagonista de la imagen. Hay también mucho acoso en las redes sociales públicas, no sólo en los grupos de WhatsApp.

-¿Saben estos que existe una edad mínima legal para emplearlas? ¿Por qué tanta permisividad? ¿Culpa de los padres o de las empresas?

-¿Quién se molesta en leer los términos y condiciones? Las redes sociales se vinculan al ocio, es como un juego y en cuanto los amigos las tienen los chicos y chicas fuera de ese mundillo se pueden convertir en unos inadaptados o bichos raros del colegio o instituto. La culpa es de todos, pero los padres tenemos que acompañar a nuestros hijos en sus inicios en las redes sociales, introducirles de alguna manera y educarles. Es como si les llevas a Disneylandia y le dejas en la puerta con diez años y le dices, “búscate la vida y pásatelo bien”.

Hay que guiarles, hacerles reflexionar, mostrarles ejemplos de la cara B de las redes sociales, pero no de palabra ni en teoría, no nos harían caso, sino que lo mejor para que comprendan cómo se puede descontrolar la cosa es que lo vean en los propios influencers, ejemplos reales de cómo chicos como ellos que han sufrido por la sobreexposición a la que se sometieron de forma voluntaria. Así cuando vayan a publicar la foto inadecuada, la que les perseguirá durante años, a poner la frase o comentario ofensivo quizá les invada un ligero soplo de sentido común. Pero eso hay que trabajarlo desde pequeños.

-¿De qué manera podrían contribuir a garantizar la seguridad de sus hijos online?

-Fiscalizando no, y soltando charlas y moralinas, tampoco. Hay que hablarles de ello desde los seis o siete años, incluso crear con ellos el primer perfil. Si un padre o madre no tiene ni idea de qué son y cómo funcionan las redes sociales se va a llevar desagradables sorpresas. Hay que estar al día, para poder conversar con ellos sobre influencers, sobre youtubers que les gustan, sobre si las estrellas de la red son infelices o sufren crisis de ansiedad.

Si un padre o madre no tiene ni idea de qué son y cómo funcionan las redes sociales se va a llevar desagradables sorpresas

Hay que tener un terreno compartido y confianza con ellos para poder hablar en la mesa o paseando sobre tema qué les interesen. Así tendremos pistas sobre cómo usan las redes sociales, qué ven y qué publican y podremos ayudarles en la medida de lo posible o saber si tenemos que preocuparnos o no. Que te de igual dónde navega o cómo actúa en redes sociales equivale a que te dé igual si está en el colegio o en un banco del barrio con una litrona y un cigarro.

-¿Por qué les resulta a los jóvenes tan importante recibir un “me gusta”?

-El otro día me compré una chaqueta y si un par de compañeros de trabajo me dicen –que no ocurrió- que es muy bonita y me queda de fábula pues yo me hubiera sentido bien. Nos gusta gustar. Hay mecanismos cerebrales que explican esa recompensa en forma de placer que genera la aceptación de los demás. En cierto modo eso engancha un poco.

El número de “likes” es un baremo de cuán popular eres y los más jóvenes compiten por el número de seguidores y dan mucha importancia al éxito o fracaso de una publicación. Pero ojo, ¿acaso los periodistas no estamos buscando tener muchos seguidores en Twitter y retweets de nuestras noticias?

-¿Por qué hay quienes eliminan una publicación si no recibe los suficientes “likes”? ¿Dónde está el límite?

-Algunos psicólogos dicen que los chicos y chicas consideran que una foto que les gusta a ellos ya no vale nada si no consigue muchos “likes”. Su personalidad y autoestima no está desarrollada para que eso les dé igual si gusta o no gusta.

Cuando publican una foto no lo hacen por el valor sentimental o mérito artístico de lo que quieren compartir sino pensando en cuál va a ser la reacción del “público”. Y si quieren más “Me gusta” saben que tienen que poner fotos más espectaculares (aunque arriesguen su vida por una tomar imagen) o más sexys en el caso de las chicas. Eso dispara los “likes”.

-¿Qué es el sharenting y qué peligros tiene?

-«Sharenting” que no es otra cosa que, según recuerda la Fundeu, un acrónimo de to share (‘compartir’) y parenting (‘crianza’), y aparece definido en el diccionario Collins como ‘la práctica de los padres de usar las redes sociales para comunicar abundante y detallada información sobre sus hijos’. Por lo tanto, un equivalente válido de este anglicismo puede ser sobreexposición (o sobrexposición, con una sola e) de los hijos o filial. Está claro que para los padres sus hijos son muy monos y guapos. Pero es obvio que algunos se pasan publicando fotos de sus hijos desde bebés.

La patria potestad otorga a los padres el deber y la responsabilidad de proteger la imagen de sus hijos menores de edad y -según el Tribunal Supremo- será preciso el acuerdo de ambos progenitores para poder publicar imágenes del hijo en común en las redes sociales, pero los padres deben evitar en interés del menor una sobreexposición de su hijo en estos ámbitos. Por lo tanto, en caso de existir una sobreexposición, podría considerarse que los padres están incumpliendo su obligación de proteger al menor. Vemos fotos de niños desnuditos o en la playa que, a los ojos de un depravado, son oro puro. Pero sin llegar a extremos, si los padres publican tantas fotos de sus hijos de niños, ¡cómo van a pedirles que no se sobreexpongan por iniciativa propia cuando estos son más mayores? No tendrían ninguna autoridad a los ojos de sus hijos. Además, habría que pensar si a tus contactos les interesa ver tantas fotos de tus hijos o resulta pesado.

-¿Por qué todos los niños quieren ser youtubers?

-Por lo mismo que antes querían ser cantantes o futbolistas: fama, dinero y una vida apasionante. Ellos no ven el trabajo que hay detrás de cada foto o cada vídeo o lo extenuantes –relativamente- que son los viajes y las fiestas. Creen que si te va bien grabando vídeos o posando para Instagram te lloverán los millones, acudirás a las mejores fiestas y eventos y tendrán cientos de miles de personas pendientes de ellos hasta la idolatría. Suena bien, pero no deja de ser una aspiración difícil de lograr. Es como cuando de niños jugabas en el equipo del colegio y creías que ibas a llegar a jugar en el Real Madrid.

-Y reformulando la pregunta… ¿por qué hay niños youtubers? ¿debería haberlos?

-Cuando los pequeños ven canales de otros niños en YouTube también quieren convertirse en ese niño o niña al que le regalan juguetes, no son tontos. Lo que ocurre es que ese canal del youtuber infantil está respaldado por los padres, que le editan los vídeos y le crean la cuenta. Directamente, algunos padres aspiran, de forma despreciable, a lucrarse gracias a sus hijos. Hay casos que rozan la explotación infantil. Pero incluso si no existe mala intención serán los responsables de montar un negocio en torno a un menor de edad, de una posible bajada del rendimiento escolar y de la felicidad presente y futura de sus hijos privados de una infancia normal. Hemos visto muchos juguetes rotos en los niños actores o cantantes. Hay muchos ejemplos que nos vienen a la mente. Y son niños que han renegado de sus padres. Personalmente, preferiría que mis hijos nunca tengan un éxito precoz y desmedido en las redes sociales. Lo digo por su bien.

-¿Qué opinas del fenómeno influencer? ¿Es una burbuja?

-Creo que atraviesa ese momento sin reglas, sin definición de qué y quién es un influencer y sólo hay grandes cantidades de dinero cambiando de manos, envidias, postureo y puñales volando por repartirse el pastel. Hay influencers, aspirantes a influencers y los que van de influencers por la vida. Soy muy crítico con algunas de sus actitudes y cómo influyen en los menores y la sociedad, los valores que aportan, el mercantilismo camuflado, etc. Hay divas y divos que son tan ilusos que creen que van a vivir de esto siempre. Los menos inteligentes y previsores pueden acabar viviendo debajo de un puente y psicológicamente muy tocados al estrellarse contra la realidad.

Los que triunfan entre un público muy joven deberían ser conscientes de que sus seguidores cumplen años y pronto no van a tener tiempo de estar viendo cómo juegan y hacen el memo. Y quizá la siguiente generación preferirá ver a alguien de a su edad más que a un “viejo”. Por otra parte, a la velocidad que va todo y dada la cantidad de instagramers y youtubers nacionales y extranjeros que existen, igual que alguien cobra fama en tiempo récord, también cae en el olvido con la misma celeridad. Hay actrices/actrices, cantantes y presentadores de televisión que gozaron de mucha fama y ahora andan mendigando “bolos” a cualquier precio. No le deseo el mal a nadie, pero hay muchos influencers que se comportan como estrellas de Hollywood y maltratan a algunos empleados de las agencias de comunicación o de marketing que trabajan con ellos o te miran por encima del hombro. Aunque no hay que generalizar.

Veo que el futuro pasa más por los microinfluencers, menos seguidores, bombo y tontería, pero más influencia real entre sus que ven sus vídeos y publicaciones. Por ejemplo, un chico que sabe mucho de bicicletas, que tiene un canal que ven otros aficionados a las dos ruedas puede ser interesante para las marcas de bicicletas con sus vídeos chulos sobre bicicletas. Le puede ir muy bien, pero hace falta más profesionalidad.

-¿En qué radica el éxito de las Stories?

-En que no permanecen en el muro ni en el historial. Esos contenidos efímeros tienen el impacto del momento. Son más cómodas de ver que andar haciendo un scroll infinito y a eso se suma lo de los efectos chulos y cómo las puedes personalizar y darle un toque artístico y original. Los menores están más tranquilos porque si sus padres fiscalizaran su cuenta no van a ver lo más “heavy” como cuando están bailando en una disco o un pub y se ve a la legua que están pasados de copas.

-¿Qué futuro le ves a Tik Tok?

-A corto plazo, mucho. Es como el Musical.ly original pero con más posibilidades de triunfar entre el público adulto. A la gente le encanta hacer el tonto delante de una cámara. Así somos desde que se inventó la videocámara. Quizá se integrará con otra red social para hacer sinergias porque un ser humano no puede tener el mismo nivel de actividad en tantas redes sociales. Con su entrada en escena y el bombo que se le está dando, las redes sociales más veteranas van a sufrir aún más.

Las marcas deben estar urdiendo las estrategias para explotarlo desde el punto de vista comercial y buscando a sus nuevos referentes en esta red. Pero soy muy malo haciendo vaticinios. Mis amigos me recuerdan que llevo décadas vaticinando la caída de Apple. Me sigue fascinando cómo fidelizan al personal, ya no porque compren a precio de oro el iPhone o los Mac, que son la leche, lo mejor del mercado, pero me escama que no se indignen y les mande al cuerno cuando les clavan el rejón con unos simples cables, los auriculares mágicos o un conector. Y que sigan siendo usuarios tan fanáticos y poco críticos con los puntos flacos de los productos de la manzana. Así que no soy bueno previendo el futuro. Ja ja. Como periodista, me limito a contar lo que pasa ahora con toda la objetividad que puedo.

Manuel Moreno

Periodista y director de TreceBits. Experto en Redes Sociales, Internet y Tecnología. Formador y conferenciante. Colaborador en prensa, radio y TV. Autor de #LibroFollowers y otros cuatro libros de Social Media. Más información en manuelmoreno.es

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