Entrevista a Vanesa Rodríguez, redactora jefe en Eldiario.es
ENTREVISTA a Vanesa Rodríguez, redactora jefe de Cultura y Tecnología en eldiario.es. «Creo firmemente en que hay que luchar por el periodismo. Aunque esta profesión a veces es muy jodida, siempre merece la pena». Con esta frase acaba Vanesa Rodríguez esta entrevista en profundidad. Cuando la leas, reconocerás que no importa que ya te haya desvelado el final, porque el recorrido que realiza la redactora jefe de Cultura y Tecnología de eldiario.es a través de cada pregunta realiza una radiografía apasionante tanto del estado de la profesión como de su evolución y adaptación a las nuevas tecnologías.
– Vanesa, ¿Cómo crees que Internet ha cambiado el ejercicio del periodismo? ¿Ha sido quien lo ha matado o quien lo ha revitalizado?
Cada vez que hay un cambio en la forma de consumir o producir se tiende a demonizar a las herramientas, pero eso es absurdo. La clave está en cómo se usen.
El periodismo sufrió un grave golpe con la crisis y hubo quien en esa difícil coyuntura no vio que se había producido un cambio de paradigma, que había cambiado la forma de consumir información, que las riendas pasaban a manos de los usuarios. Llegaron los despidos en medio de la transformación digital, y hubo quien pretendió hacer del periodista que trabajaba en la web alguien que solo sabía copiar y pegar los textos del papel, sin tener en cuenta las posibilidades del nuevo entorno.
Cuando quisieron reaccionar (tarde) pasaron a considerar el periodismo en Internet solo como una fábrica de hacer clics, poniendo sobre los hombros de la edición digital el peso de la deuda arrastrada durante años por los excesos de los medios impresos. Pero otros medios intentaron invertir recursos y aprender cómo contar mejores historias con las nuevas herramientas.
Y algunos, en estos años, lo han conseguido, han logrado aprovecharse de la tecnología para contar noticias de una manera que no habíamos visto hasta ahora, proporcionándoles capas que enriquecen los reportajes de una forma que no se podía soñar en el papel.
Internet no ha matado al periodismo, el periodismo lo matan quienes pretenden que se dejen de contar historias que importan, pero es indudable que lo ha cambiado y desde mi punto de vista lo ha hecho evolucionar para bien.
Al periodismo no lo ha matado Internet sino quienes pretenden que no se cuenten historias que importan
-Hay quien considera las redes sociales todavía como una amenaza, ¿tú cómo las ves?
Llevamos ya más de 10 años tuiteando y hemos aprendido que las redes sociales tienen un gran potencial y pueden ser un gran aliado de los medios. Otra cosa es que haya aspectos negativos, como por ejemplo la capacidad de Twitter para viralizar noticias que son falsas, que un algoritmo en Facebook decida qué noticias se priorizan, que ese algoritmo premie o castigue a ciertos medios que tienen una dependencia brutal del tráfico que llega a través de esta red social (en algunos puede suponer hasta el 40% del tráfico o más) y que dé espacio a bulos virales disfrazados de información como vimos durante la campaña de EEUU.
Pero esto lo que hace es todavía más necesario el papel del periodista y de los medios, que tienen que ser un faro de verdad, y para eso no tienen que perder de vista que las historias que merecen la pena ser contadas lo merecen independientemente de que se viralicen o no. Olvidar esto es la peor amenaza de todas y no está en las redes, está en muchas ocasiones dentro de los medios.
– ¿Crees que se está aprovechando todo su potencial?
Creo que en ocasiones no se aprovecha, en parte porque todavía hay mucho por descubrir sobre cómo utilizar las redes sociales para informarse y para difundir noticias. En su día los periodistas aprendimos a utilizar Twitter, pero es que el uso de la red de microblogging ya es casi anecdótico respecto a otras redes que es donde están ahora la mayoría de los usuarios. Algunas como Snapchat no sabemos utilizarlas ni como usuarios, así que menos desde un punto de vista profesional. Y es probable que cuando queramos tener una estrategia al respecto, el público ya haya migrado hacia otra plataforma.
– ¿Se debería experimentar más de lo que se hace?
Es vital experimentar continuamente. Nuestra profesión está abocada al cambio constante. Tenemos que desarrollarla en un ambiente que muta a velocidades de vértigo. Y no solo hay que adaptarse a estos cambios, hay que crear el cambio.
Es difícil tener que estar aprendiendo continuamente, pero a la vez es apasionante sentir que es una profesión viva, en constante movimiento. Los retos del periodismo de hace unos años son distintos a los retos del periodismo hoy y probablemente ni imaginemos cuáles serán dentro de un par de años, pero yo creo que eso es bueno, nos obliga a estar despiertos, a sentir curiosidad por los nuevos caminos, a no quedarse quietos ni adocenarse.
Deberíamos dejar de ir un paso por detrás e intentar ir un paso por delante, ser más activos que reactivos, experimentar con nuevas redes desde el principio, con nuevos formatos y formas de interacción, escuchando a los usuarios, con los ojos abiertos. Lamentablemente la estrategia de muchos medios en redes se limita a copiar las de aquellos que se atrevieron a probar algo nuevo.
– Si todavía no se les saca todo el jugo… ¿es culpa de los periodistas, que todavía siguen pensando que no quieren perder unos minutos de su tiempo en tuitear, o de los empresarios de la comunicación, que todavía no apuestan por ellas o no potencian su uso dentro de las redacciones?
Los medios apuestan por las redes sociales cada vez más pero a veces no lo suficiente. Son conscientes de que una gran parte de los usuarios llega a las noticias a través de ellas y de que son las plataformas que cada vez utilizan más lectores para informarse. También es algo que van entendiendo los profesionales y más a medida que en los equipos hay cada vez más jóvenes que tienen su uso muy interiorizado. Pero es esencial dotar a las redacciones de recursos para utilizarlas adecuadamente. Hacen falta formación y manos para poder dedicarles el tiempo necesario. Y es esencial que los medios tengan una estrategia para aprovechar lo que las redes les pueden aportar.
En las redacciones hacen falta formación y manos para dedicar el tiempo necesario a las redes sociales
En cuanto a sacarles el jugo, es importante el equilibrio y en los medios hay que velar por que no se conviertan en una obsesión. Y esto cuando tienes a veces una dependencia brutal por el tráfico que llega a través de las redes es difícil de conseguir.
– ¿Cómo utilizas tú, personalmente, las redes sociales?
Personalmente cada vez las uso menos porque profesionalmente cada vez las uso más.
En el plano profesional las uso en un doble sentido. Como fuente de información y como distribuidoras de información. Como fuente, porque sirven para encontrar contactos, historias, seguir acontecimientos en vivo. En muchas ocasiones, las uso como feed de noticias.
Y a la vez las utilizo para dar difusión a las noticias. Para intentar aprovechar el altavoz que son las redes sociales y que historias que creemos que merecen la pena puedan llegar al mayor número de gente posible.
-¿Eres más de Facebook o de Twitter?
A nivel personal, Facebook lo uso para compartir historias con mis amigos y cotillear las que ellos comparten. Como periodista, es el canal a tener más en cuenta porque en estos momentos es el que está proporcionando más volumen de tráfico, así que hay que pelear por que las noticias que consideras relevantes tengan un espacio en Facebook.
Twitter como contaba lo uso más como feed de noticias y también con un punto voyeur. Hay veces que aunque no esté comentando estoy siguiendo lo que se cuece en el timeline de Twitter, sobre todo cuando se comenta algún evento en tiempo real, en ese sentido es mucho más divertido que Facebook. Y mientras que es raro el día que no abro Twitter, me puedo pasar días sin abrir mi Facebook.
– ¿A quién sigues?
Por un lado a medios o perfiles que considero relevantes informativamente, como decía, al final en ocasiones Twitter es un RSS. Por otro a todo tipo de perfiles que considero relevantes por la información que comparten, entre ellos hay muchos periodistas. También a algunos tuiteros simplemente porque me divierten y a amigos, claro.
-¿Qué sueles hacer antes de dar a publicar un tuit?
En mi cuenta personal, si tengo un buen día, me lo pienso dos veces. En el trabajo intento ser creativa, pensar si esa es la forma más adecuada de tuitear el tema o si se podría mejorar. Si esa es la mejor foto o gif o se podría encontrar uno mejor. Si yo misma lo compartiría con ese texto o me interesaría en esa historia al verla en mi timeline.
– ¿El periodista, sea del medio que sea, cómo puede sacarles el máximo partido?
Es importante que no las utilice simplemente porque es una cosa más que hay que hacer, sin pensar, porque hay que tuitear no sé qué tema y toca poner en Facebook no sé cuál otro. Hay que considerar las redes como una oportunidad de que nuestras historias lleguen a más gente. Nos han dado un altavoz y hay que aprovecharlo. Yo aconsejaría que al lanzar un tema a las redes pensemos en si nosotros lo compartiríamos con los elementos que hemos escogido. Si un lector comparte nuestra noticia, no sólo la lee el, hace que llegue a todo su círculo de amigos y eso es una gran oportunidad.
También debemos ir aprendiendo de lo que nos dicen los usuarios, hacer seguimiento de cómo ha funcionado una publicación en Twitter o Facebook nos puede ayudar a saber si la estrategia que estamos siguiendo en redes es la más adecuada. ¿Qué tipo de tuits nos funcionaron mejor? ¿Qué publicaciones en Facebook tuvieron más alcance? ¿Por qué?
Además, pueden ser una fuente de información y de historias, pero el periodista debe saber cómo filtrarla y no olvidarse de contrastar, yendo siempre a la fuente original.
-¿Crees que pueden llegar a ser peligrosas dentro de una redacción?
Sí, hay ciertos peligros ligados a malas praxis. Uno de ellos es la inmediatez. Dejarse llevar por la urgencia del ser los primeros en lanzar una noticia a las redes o publicar una última hora que hemos visto en Twitter sin verificar puede ser catastrófico para la reputación de un medio. Falsas muertes, perfiles falsos, fotos manipuladas, noticias falsas. Vemos todos los días como algún medio cae en esto y es desolador. En este caso es muy importante que el periodista y los responsables de la redacción sean capaces de tener la templanza suficiente en medio del caos para no dejarse llevar por la urgencia y no perder de vista qué es más importante a la hora de dar una noticia antes de ser los primeros: que sea verdad.
Es preocupante que en ocasiones la agenda la marcen los trending topics por encima del criterio periodístico
Otro de los peligros es reproducir historias que encontramos por las redes sin verificar que sean ciertas, solo porque un vídeo lleva muchas reproducciones, porque cierto tuit se ha hecho viral o porque una imagen en Facebook se ha publicado miles de veces. De nuevo lo mejor contra esto es la mente fría. Y además del trabajo tradicional de contraste de una información, para casos como fotos o vídeos publicados en redes hay múltiples herramientas con las que el periodista puede contar para verificar si son reales.
También es preocupante ver cómo en ocasiones la agenda la pueden marcar los Trending Topics por encima del criterio periodístico, cuando debería ser al revés. Y desde mi punto de vista otro de los peligros es que a veces se pierde la perspectiva y hay quien piensa que lo que pasa en su timeline es lo absoluto o lo que se lee en las redes es la opinión mayoritaria o general.
En este sentido, que sean a veces las redes las que marcan el ritmo, provoca que los medios puedan caer en la tentación de dejar de darle espacio en redes a ciertas noticias que no generan un volumen suficiente de clicks o no son los suficientemente virales. Son las noticias con las que se abren sus diarios, pero no se les da espacio en Facebook porque son demasiado serias. Esto no tiene ningún sentido. Hay que lograr el equilibrio y las redes tienen que ser una prolongación editorial de nuestro medio y no solo un sitio donde verter titulares clickbait para cazar tráfico a toda costa.
-¿Tiene sentido hoy día hablar aún de redacciones de papel y redacciones online?
Tengo claro que las historias necesariamente tienen que tener formatos diferentes porque no es lo mismo una página de papel que una noticia web. A estas alturas del partido no tiene sentido que haya gente en las redacciones que viva de espaldas a la realidad digital, aunque todavía los hay. También hay muchos profesionales que han realizado esa transición con entusiasmo por experimentar con los nuevos formatos.
Con la llegada de los nativos digitales se ha superado esa dicotomía. Los nuevos medios nacidos ya web han demostrado con creces que se puede hacer buen periodismo independientemente del soporte.
– ¿Por qué no conseguimos, según tu opinión, encontrar un modelo de negocio rentable para los medios online generalistas?
Hay grandes medios online que son rentables. Es el caso de eldiario.es, que con su modelo de negocio ha conseguido este año de nuevo estar en números verdes. O El Confidencial, que también tiene beneficios. Son dos modelos diferentes pero que demuestran que se puede hacer buen periodismo online y ser rentables. A nivel internacional tenemos el caso de la reinvención del Washington Post. Es cierto que los grandes grupos editoriales lo siguen pasando mal, que hemos visto cómo se han destruido y se siguen destruyendo cientos de puestos de trabajo, pero también ver qué ha dejado de funcionar y qué es lo que está funcionando puede ayudar a encontrar la dirección adecuada.
-¿El futuro está en los nuevos medios digitales, en los micromedios y nanomedios… o se les está cargando con la responsabilidad de levantar una profesión que no se está adaptando a los nuevos tiempos?
No creo que los nuevos medios tengan que cargar con ninguna responsabilidad. Precisamente los nativos digitales nacieron con la ventaja de no arrastrar deudas o males de aquellos que no pudieron o supieron o quisieron hacer los deberes. Más que una responsabilidad es una oportunidad para ver que hay medios que están haciendo cosas realmente buenas, que son periodisticamente muy potentes, que vigilan al poder, que contratan periodistas y que además, ganan dinero.
El futuro está en medios grandes o pequeños que sigan contando buenas historias de una manera que conecten con el lector y que avancen en paralelo a los cambios que se vayan produciendo.
– ¿Hacia dónde crees que va el futuro de la profesión?
Confío en que una vez superados los años de transición la profesión esté preparada para seguir dando un valor primordial a lo que se cuenta, pero además pueda tener los recursos suficientes para sacar todo el partido a la tecnología actual y a la que esté por venir.
Espero que vayamos hacia un lugar en el que siga siendo primordial el contenido pero que además podamos abrazar el cómo se cuenta. Vemos ejemplos de que vamos hacia ello, con formatos como los docuweb, reportajes inmersivos e interactivos, long formats… ejemplos de que más allá de luchar por captar la atención momentánea del lector en un timeline con una anécdota también hay usuarios interesados en leer y enredarse de principio a fin en historias que merecen la pena.
Y espero que vayamos hacia donde vayamos la esencia del periodismo siga siendo la misma: contar historias, informar, encontrar la verdad de lo que está ocurriendo. Que eso no cambie independientemente de que cambie todo lo demás.
– ¿Recomendarías a un joven que estudiara periodismo en la actualidad?
Sí, si es lo que quiere hacer. Yo tuve la suerte de saber desde pequeña que quería ser periodista. Es una profesión vocacional en la que es difícil encontrar trabajo. Cuando lo encuentras, se trabaja mucho y no se gana tanto. En la que van tus principios, tu conciencia. A la que es difícil cerrarle la puerta cuando llegas a casa: se viene contigo. Que te hace vivir en un estado de excepción constante porque las noticias no tienen horario de oficina. Así que o es algo que quieres hacer realmente porque te apasiona o mejor te dedicas a otra cosa. Pero creo firmemente en que hay que luchar por el periodismo. Aunque esta profesión a veces es muy jodida, siempre merece la pena.