«Habrá tiempos mejores y peores, pero el buen periodismo tiene futuro en cualquier medio»

ENTREVISTA a José Antonio Lavado, periodista y coordinador de «Equipo de Investigación» en La Sexta y AtresMedia.
– Jose Antonio, ¿Cómo crees que Internet ha cambiado el ejercicio del periodismo?
Como la pólvora cambió la guerra. De repente, nos hemos visto con un arma en las manos que permite hacer cosas inimaginables hace nada. Consultar un documento desclasificado por la CIA o ver casi en tiempo real decenas de vídeos de cualquier acontecimiento en la otra punta del mundo se han convertido en tareas sorprendentemente rutinarias.
Nosotros manejamos toneladas de información en cada reportaje. Sería prácticamente imposible acceder a esa información sin internet. Los equipos que se desplazan por toda España están 24 horas al día conectados con la redacción para enviar y recibir información vía whatsapp o correo electrónico. Internet nos permite acceder al mejor especialista mundial en cada tema. No importa que esté en Noruega o en Estados Unidos, podemos entrevistarlo vía Skype o MashmeTV y obtener un vídeo con calidad de emisión. Dicho de otro modo, si ahora tenemos listo un reportaje en un mes, sin internet podría llevarnos medio año. Y sería, por supuesto, mucho peor y muchísimo más caro.
Nunca ha habido tanta información disponible. Y por eso el trabajo del periodista debe ser, especialmente, saber separar lo importante de lo llamativo. Ninguna selección es inocente ni objetiva, pero una selección insuficiente es la peor de todas. Dejas desnudo al espectador frente a una información que no es real en su conjunto aunque todos sus elementos por separado sí lo sean.
– El periodismo, que debería estar acostumbrado a una continua transformación, parece no haber digerido bien la transición hacia lo digital…
– No estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación. Creo que los periodistas nos hemos adaptado estupendamente al nuevo mundo digital. Nos ha permitido llegar a sitios a los que no era posible. Y realizar trabajos que nunca habíamos soñado. Otra cosa son las empresas periodísticas. Entiendo que se ha abierto un nuevo modelo y eso conllevará reajustes. Los cambios siempre son complicados. Pero también suponen oportunidades para que los medios tradicionales lleguen a más gente y nuevos medios encuentren un público al que nunca hubieran accedido.
Twitter y Facebook son Disneyland para el periodista de investigación
– En el caso del periodismo de investigación… ¿de qué manera ayudan las redes sociales?
Más allá de que te permitan contactar con alguna persona que pueda echarte una mano -y para eso el teléfono sigue siendo infalible- en periodismo de investigación usamos las redes sociales como valiosísima fuente de información.
Creo que no somos demasiado conscientes de la exposición casi pornográfica a la que nos sometemos voluntariamente en internet. Twitter y Facebook son Disneyland para un periodista de investigación. La gente pone a disposición pública sus datos, rutinas, amistades, aficiones, estado de ánimo… Y si además tiene Instagram, cuenta hasta su plato favorito y su número de pie.
Se podría pensar que esa sobreexposición sólo se da en personas que no tienen nada que esconder. Lo curioso es que en muchos casos ocurre todo lo contrario: mucha gente vocea en internet lo que jamás se le ocurriría ni susurrar fuera de la pantalla.
– Pero también habrá que tener más cuidado con lo que se comunica en ellas…
Es obvio. Con lo que te acabo de contar, supondrás que tenemos bastante cuidado con lo que colgamos en internet.
– En vuestro trabajo, ¿tenéis normas sobre cómo deben utilizar los periodistas las redes sociales?
Sólo tenemos una. Eso sí, es ineludible: el sentido común.
¿- Crees que la televisión se lleva bien con las redes sociales? ¿Se está aprovechando todo su potencial?
Twitter y la Televisión han hecho un gran matrimonio. Y que cada vez se van a llevar mejor. Ya no hace falta que toda tu familia vea el mismo programa que tú. Tienes decenas de personas para comentarlo en Twitter.
Para los profesionales, además, nos aporta un feedback de valor incalculable. No hay que esperar a los datos de audiencias, ni interpretarlos de forma más o menos afortunada para saber por qué un tramo de un programa funcionó bien o mal. Ahora, el espectador te dice directamente lo que le gusta y por qué le gusta. Incluso te da ideas de cómo podrías haberlo hecho mejor. Es un lujo.
– ¿De qué forma crees que podría aprovecharse todavía más?
Creo que la clave para el éxito cualquier proyecto de comunicación es escuchar al público. Y las redes sociales permiten entrar en el salón de cualquier casa y escuchar lo que opinan de tu trabajo en tiempo real. Así que los programas cada vez se van a parecer más a lo que quiere el público.
– ¿Cómo puede el periodista hacer uso de ellas sin entrar en conflicto con los intereses de su medio?
Siendo consciente de que lo que se escribe en ellas generalmente no es trabajo, pero que puede afectar a tu trabajo. Quiero decir, uno puede ser un gran seguidor del Fútbol Club Barcelona y que los avatares de la vida lo hayan llevado a trabajar en Real Madrid Televisión. Creo que jamás debería autocensurarse, pero tampoco parece sensato colgar en Twitter un corte de mangas en ASCII cuando Messi marca el 0-5 en el Bernabéu. Al margen de casos cómicamente exagerados, no creo que haya demasiado espacio para el conflicto entre lo que publica alguien como ciudadano y los intereses del medio para el que trabaja.
– ¿Cómo las usas tú? ¿Con qué objetivo?
Twitter es prácticamente mi primer contacto diario con la realidad. Un contacto ecléctico con titulares, el estado del tráfico en la M30, el tiempo en mi pueblo, alguna imagen curiosa y los lamentos desgarradores de gente que lleva fatal lo de madrugar.
Cuando publico en mis cuentas personales soy entre precavido y paranoico, como supondrás por lo que te contaba al principio. Así que suelo tener una regla antes de darle a “enviar”. Siempre me pregunto: “¿estoy dispuesto a que, dentro de un año, cualquiera, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia lea lo que acabo de escribir?” Generalmente la respuesta es sí, así que tampoco tengo demasiados problemas.
– ¿Hacia dónde se dirige el periodismo en televisión?
No tengo una respuesta a eso. Aunque sí algunas intuiciones. Supongo que la televisión acabará formando parte del universo internet. Y eso beneficiará a ambos formatos. La tele se verá enriquecida por la participación del público, la posibilidad de ampliar cualquier información o de saltar entre contenidos a la carta. Internet profesionalizará sus contenidos audiovisuales. El público no se conformará con los intentos más o menos bienintencionados y más o menos amateurs de los actuales medios online, sino que buscará la calidad -y presupuesto- de los contenidos que ahora se ven en televisión, pero sin salir del ordenador o la tablet.
Cuando publico en mis cuentas personales soy precavido y paranoico
Además, creo que es necesaria una especialización cada vez mayor. Ahora mismo, cualquiera puede elegir qué contenido audiovisual exacto quiere ver. Ya sea en televisión o en un canal online. Si elige un tema es porque le interesa. Si le interesa es porque lo conoce. Y si lo conoce, seguramente sea porque ya tiene una considerable información previa sobre él. Eso multiplica la exigencia para el periodista. Ya no vale ser “todólogo”. Un público especializado detecta a kilómetros cuando sólo manejas generalidades. Y si lo decepcionas una vez, probablemente no tendrás una segunda oportunidad.
– ¿Hay futuro en televisión para las nuevas generaciones de periodistas o, como se suele decir, el único futuro está en Internet?
Como te decía, creo que prácticamente acabarán siendo lo mismo. Así que habrá tanto futuro en un lugar como en otro. Los nuevos periodistas, y los viejos, están obligados a saber hacer las dos cosas. Lo que no significa que las tengan que hacer ambas a la vez. El periodismo, tanto en tele como en cualquier otro medio cuesta tiempo, talento, gente y dinero que pague todo eso. Pretender que la misma persona consiga una información, escriba un texto, haga las fotos, grabe un vídeo, lo edite y lo cuelgue todo, y además de manera inmediata, sólo conduce a un resultado mediocre. Barato, pero chapucero. Y el público tiene el derecho, casi la obligación, de exigirnos resultados brillantes.
Ahora mismo estamos en una situación en la que se trata de salir a flote, y esa es una de las pocas certezas que tengo: en esto sólo se sobrevive haciendo buen periodismo, honrado, riguroso y bien comunicado. Hay vías más rápidas y mejor pagadas. Pero son hacerse trampas al solitario.
Habrá tiempos mejores y tiempos peores, pero el buen periodismo tiene futuro en la tele, en internet y en el resto de medios. Sólo hay que esforzarse por hacerlo.