Inclusión digital: Así usan el móvil allá donde no llega la energía

En zonas geográficamente aisladas, el teléfono móvil se ha convertido en la herramienta más apropiada para acortar la brecha digital.
Alrededor del mundo existen localidades que por sus características topográficas, sus limitaciones económicas o por su lejanía de los centros urbanos, carecen de una infraestructura energética para poder cargarle “vida” a sus dispositivos móviles.
Según cifras que maneja el Banco Mundial, cerca de 1100 millones de habitantes en el mundo no cuentan con sistemas modernos de energía eléctrica.
A pesar de las inversiones estatales y privadas llevadas a cabo para extender la red de tendido eléctrico a lugares rurales o remotos, aún resta mucho por hacer para lograr el acceso universal a la energía limpia y asequible, tal y como está propuesto por las Naciones Unidas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible No 7, para el año 2030.
Entonces, ¿Cómo recargar la batería del aparato si no se dispone de electricidad o el coste del servicio es demasiado alto? ¿De qué sirve el acceso a la tecnología si no está garantizada la fuente de energía?
Un rayo de esperanza
La necesidad de aprovechar los beneficios que ofrecen los dispositivos de comunicación y conexión ha incentivado la creatividad para lidiar con las brechas energéticas y digitales.
Existen numerosas experiencias que buscan superar la limitación energética de manera económica, ecológica y eficiente. Los ejemplos para recargar los teléfonos móviles van desde medidas individuales, como enchufar el dispositivo a la batería de un vehículo o trasladarse a zonas distantes donde se puede pagar por minutos de consumo energético, hasta proyectos de alcance comunitario que recurren a fuentes naturales de energía.
La región de más rápido crecimiento en la apropiación de la tecnología móvil es África. Desde allí han surgido proyectos innovadores que buscan suplir de energía a localidades remotas y carentes de infraestructura energética, generando un impacto social, económico, educativo y cultural positivos.
Tal es el caso de Buffalo Grid, una idea que nació en Inglaterra a principios de 2013 y se puso en práctica en Uganda como una alternativa de bajo costo para la recarga del teléfono móvil y la conexión a internet, a través de estaciones portátiles de energía solar.
Una estación cargada completamente tiene la capacidad de funcionar durante tres días, nutriendo a 50 teléfonos cada 24 horas. Para el consumo de dicha energía, el usuario envía un SMS (mensaje de texto) por un precio aproximado de 0.04 dólares americanos y, al ser recibido por el sistema, activa la transferencia de carga al teléfono móvil.
La compañía M-KOPA está porporcionando energía solar a más de 375.000 hogares de Kenya, Tanzania y Uganda. A través de un plan de pago en cuotas, los usuarios pueden adquirir un equipo para el hogar con batería de 8 voltios, que consta de tres luces, un cargador para el teléfono móvil y una radio solar.
Otra iniciativa que conjuga la tecnología móvil con la solar es Paygo Solar Power, desarrollada por Azuri Technologies. Se trata de un sistema solar prepagado para uso doméstico, que ofrece 8 horas de luz al día y la posibilidad de recargar la batería del teléfono móvil. Tras la compra de crédito a través de un servicio de pago móvil, el usuario recibe un SMS con el código de seguridad que habilita el sistema por un periodo de tiempo determinado.
Un alternativa, distintas realidades
Si bien el problema energético es mundial, cada sociedad posee características particulares que difieren según factores económicos, políticos y culturales. Una comunidad rural no es igual en Argentina que en Uganda. Cada cual vive y afronta la situación según sus propias condiciones, limitaciones y posibilidades.
Más allá de estas diferencias, el teléfono móvil se ha convertido en el protagonista universal del proceso de inclusión digital. Con el dispositivo cargado de energía, se abre la posibilidad de conectarnos a una red de contenidos y servicios útiles que podrían mejorar nuestra calidad de vida, resolver algún problema o, mejor aún, evitarlo.
Estar conectados posibilita estar más y mejor informados. Es así como desde la palma de nuestra mano, podemos entrar a la Sociedad de la Información y del Conocimiento, acortando brechas culturales, tecnológicas y energéticas.