Las tragaperras se alejan de los bares

Las míticas máquinas tragaperras llevan más de 40 años formando parte de la banda sonora de los bares de toda España. El sonido de la tele retransmitiendo el fútbol o de la radio de turno reproduciendo el último éxito del grupo de moda, se entremezcla con el traqueteo mecanizado de las tragaperras más vintage y los sonidos digitales de las más modernas.
Si hay dos juegos de azar completamente normalizados como forma de ocio en España, esos son la lotería y las máquinas tragaperras. La lotería está más que regulada, existiendo incluso una empresa estatal que emite una gran parte de los boletos comprados. La industria de tragaperras, por su parte, se enfrenta a retos que deberían haber sido afrontados desde hace tiempo.
La sociedad parece haberse concienciado sobre las malas praxis y los efectos nocivos que pueden ejercer los juegos de azar sobre ciertos grupos demográficos sensibles. Es por ello por lo que la Dirección General de la Ordenación del Juego lleva años no sólo regulando su uso, sino ofreciendo informes públicos sobre los ingresos de los operadores de juego y el perfil de los jugadores habituales.
Desde la aprobación de la Ley de regulación del juego de mayo de 2011 que abrió la veda a los operadores online, los juegos de azar tradicionales y presenciales están sufriendo una cada vez más acusada migración hacia las plataformas digitales en línea. Numerosas webs y aplicaciones móviles ofrecen emulaciones de todo tipo de juegos de azar a través de la virtualización de los mismos. El público parece haber respondido bien ante esta situación, encontrando ventajas de flexibilidad a la hora de acceder a este tipo de juegos.
Las tragaperras tradicionales son de las más afectadas por esta situación, que se ha visto agravada por la decisión de algunos gobiernos autonómicos de restringir el acceso a estas. Es el caso de la Comunidad Valenciana, cuyo gobierno formado por el Partido Socialista, Podem y Compromís, ha acordado fijar una distancia mínima de 850 metros entre centros educativos, sanitarios o deportivos y cualquier bar que disponga de una máquina tragaperras.
Esta regulación pionera en España pretende ir más allá y eliminar por completo las tragaperras de los establecimientos de hostelería en los próximos 10 años, con una moratoria de 4 años. El gobierno del Botànic afronta esta nueva regulación con la esperanza de sembrar precedente y servir de ejemplo a otras comunidades e incluso espera servir de guía para una posible futura ley estatal al respecto.
Teniendo en cuenta el buen recibimiento por parte de la población valenciana de estas nuevas medidas y a sabiendas de que el nuevo Ministro de Consumo está moviendo fichas para el refuerzo de los controles de acceso a las plataformas en línea, parece latente que el futuro de las máquinas tragaperras, tal y como las conocemos, tiene los días contados. A medio plazo, los sonidos de premios y bonus dejarán de resonar en los bares y empezarán a copar ordenadores, móviles y tabletas.