Lo que no debes hacer en tus perfiles personales en las redes sociales

Error perfiles personales

Solemos dar muchos consejos a la hora de gestionar cuentas corporativas en las redes sociales, pero a menudo nos olvidamos de recordar qué cosas no tenemos que hacer en nuestros perfiles personales para sacarles más partido o, al menos, no cometer errores garrafales que puedan tener sus consecuencias.

Posiblemente hemos abierto nuestros perfiles personales en Facebook, Twitter o cualquier otra red social sin tener en cuenta una serie de consideraciones previas, o estamos en estas plataformas sin saber muy bien por qué. Estos siete consejos te mostrarán cosas que no tienes que hacer en las redes sociales para cuidar la imagen que proporcionas de tí mismo o garantizar una experiencia 2.0 sin sobresaltos:

-Abrir perfiles en las redes sociales ‘a lo loco’. No hacerlo sólo por probar o porque nuestros amigos estén en una red social. Deberíamos planificar nuestra presencia en las redes sociales pensando qué objetivo queremos conseguir (si es hacer más amigos, si es lograr un nuevo empleo, entrar en contacto con otros profesionales…) y abrirnos cuenta sólo en aquellas que se ajusten a ese objetivo y aquellas que vayamos a usar de una manera activa.

-Ignorar lo que estamos firmando. Cuando nos demos de alta en una red social no debemos aceptar todas las condiciones de ese contrato que estamos firmando con esa empresa sin leerlas. Deberíamos ser conscientes de lo que aceptamos para no llevarnos a engaño o sorprendernos más tarde. Si no estamos de acuerdo con lo que dicen las condiciones de uso de la red social, lo mejor es que no nos abramos el perfil en ella.

-Obviar las particularidades de cada plataforma. No todas las redes sociales funcionan de la misma manera, por lo que nuestra forma de usarlas variará en cada caso. Debemos saber aspectos básicos, como si se trata de una plataforma abierta (en la que cualquier usuario puede ver lo que publicamos, como Twitter o Instagram, a no ser que cerremos expresamente nuestros perfiles) o si se trata de una red cerrada por defecto (como LinkedIn, donde si queremos debemos “hacer públicos” nuestros perfiles. Este sería un ejemplo, otros, pues por ejemplo saber la duración máxima de los vídeos que podemos subir en cada plataforma (por ejemplo 140 segundos en Twitter o 1 minuto en Instagram) o si se pueden incluir hashtags…

-Dejar sin configurar las opciones de privacidad. Es un trabajo engorroso, pero la mejor manera que tenemos de asegurarnos de que el uso que hacemos de una red social se ajusta a lo que queremos de ella es empleando tiempo en configurar las opciones de privacidad. Así podremos señalar quiénes pueden ver lo que publicamos, quién puede ponerse en contacto con nosotros, qué información estamos compartiendo… y nos evitaremos disgustos posteriores.

Olvidar los pequeños detalles. Por ejemplo, no cuidar la fotografía de nuestro perfil, que debemos recordar que es la primera imagen que cualquier usuario va a tener de nosotros. O la imagen de cabecera de nuestro perfil, que puede aportar información sobre nosotros y algunos usuarios la descuidan hasta el punto de que colocan una fotografía, por ejemplo, pixelada.

– Descuidar la ortografía. Del mismo modo, resulta esencial que cualquier texto redactado en nuestras redes sociales cumpla con las normas ortográficas, máxime cuando se trata de una red profesional como LinkedIn o se está redactando al bio de una plataforma como Twitter. Pero esto no aplica solo para los textos genéricos, sino que deberíamos emplear este consejo también para cualquier actualización de estado o contenido que compartamos en cualquier red social. Da muy mala imagen un texto mal escrito o con faltas de ortografía.

-Abandonar el sentido común. Y revelar, por ejemplo, en las redes sociales, cuándo nos vamos de vacaciones y queda vacía nuestra vivienda. No subir fotografías de personas sin su permiso, sobre todo en el caso de los niños, o no publicar en una red social un comentario que no seríamos capaces de hacer públicamente en la calle, amparándonos en el supuesto anonimato que proporciona Internet y que no es tal. Como siempre repetimos, debemos comprobar siempre lo que vamos a compartir antes de darle a publicar y verificar que no va a tener ninguna consecuencia negativa para nosotros.

Manuel Moreno

Periodista y director de TreceBits. Experto en Redes Sociales, Internet y Tecnología. Formador y conferenciante. Colaborador en prensa, radio y TV. Autor de #LibroFollowers y otros cuatro libros de Social Media. Más información en manuelmoreno.es

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