Los millenials no son como otros los pintan
Las redes sociales se han centrado estos días en discutir si los jóvenes nacidos entre 1982 y los 2000 – la llamada generación millennial- tienen algo que aportar a la sociedad además de inventivos hashtags y nuevas poses para los selfies. Todo ello a partir de un polémico artículo escrito por Antonio Navalón en El País.
Vamos a intentar dar respuesta en base a hechos. ¿Cómo son realmente los millennials? A través de un informe de la consultora Deloitte en el que se entrevistó a más de 8.000 jóvenes de 30 países del mundo a finales de 2016, se puede precisar el ambiente en el que la nueva generación debe crecer y los interrogantes a los que busca dar respuesta.
Las experiencias y la felicidad ganan a la estabilidad familiar en los deseos de los millennials
Según el documento, los millennials constituyen el 24% de la población europea, son empleados a tiempo completo, tienen titulación universitaria y trabajan de forma mayoritaria en el sector privado. Esperan de sus empresas, además, que se empleen con mayor determinación en solventar los problemas que creen que ayudan a causar, como la contaminación o la desigualdad de género. Es decir, son trabajadores y comprometidos. Nada que ver con lo que decía Navalón.
En el plano financiero, la recesión económica de 2008 provocó que muchos de los que planeaban independizarse en la veintena tuvieran que posponer la idea hasta poder encontrar una seguridad económica.
Solo el 36% de los millennials de países como España o Estados Unidos predice a día de hoy que podrá conseguir un mayor éxito económico que sus padres. España es el único país de Europa en donde el desempleo entre los jóvenes es citado como problema principal. Las preocupaciones de esta generación se circunscriben, en el ámbito europeo, a la amenaza terrorista y el clima de inestabilidad política, con un 56% de encuestados citando ambas situaciones.
También la Fundación Felipe González , en colaboración con el Centro Americano para el progreso y la FEPS (Fundación Europea de Estudios Progresivos) elaboró a principios de este mes un informe para analizar el papel de los millennials en política.
Si los jóvenes no se adhieren a la causa de los partidos, será porque no les interesa la política, piensan algunos. Este planteamiento, erróneo en muchos casos, no contempla que quizá los partidos políticos deban cambiar su discurso. Aun así, solo el 16% de los españoles encuestados dijeron estar «muy interesados» en política. Los millennials británicos, no obstante, fueron los que mayoritariamente votaron en contra del Brexit y han abandonado a Theresa May en las últimas elecciones.
La nueva generación se encuentra con una sociedad más abierta en la que sin embargo se mantienen estructuras que ya se consideran desfasadas. El matrimonio se ha retrasado hasta los 30 años, cuando la media de edad en 1970 para casarse era de 23 años. Hoy en día, solo un 23% de los jóvenes entre 18 y 31 años están casados.
Las actividades y prioridades de los millennials se centran en la cultura y las nuevas tecnologías, dejando cuestiones como la religión relegadas a un último plano. Según el informe de la Fundación Felipe González, un 16% de los jóvenes quiere ser investigador científico, a pesar de que quizá España no sea el mejor país para iniciarse en esta carrera y tengan que marcharse fuera.
Los negocios no se hacen ya a la manera que acostumbran los clientes de mayor edad. Un 84% de los millennials sigue a las marcas que le interesan a través de Facebook y el contenido audiovisual que se encuentren sobre un producto decantará la balanza; ni folletos ni el boca-oído. Los posts y las reseñas hacen esa misma función. Son también más tendentes a formas de pago como PayPal y a desconfiar de los bancos.
Las experiencias de primera mano como las cenas exclusivas o los viajes ganan por goleada a la estabilidad que ansiaban sus sus padres. Para los jóvenes, la compra de una casa o un coche no compiten con poder viajar rodeado de amigos.
La conclusión que puede extraerse de ambos estudios es que los tiempos cambian y, con ellos, las preferencias de los jóvenes. Pero eso no quiere decir que sean perezosos o que sólo les preocupe su ego. Piden que se actualicen las estructuras y tienen preferencias distintas a las de generaciones anteriores, como pasará cuando ellos tengan hijos, que posiblemente, den prioridad a otras cuestiones.