Por qué la declaración de Zuckerberg ante la UE no servirá de nada

Desde que se destapase el uso que Cambridge Anaylitica había dado a los datos de más de 87 millones de usuarios de Facebook, tanto la empresa como su principal responsable, Mark Zuckerberg, se han situado en el punto de mira.
Medios de comunicación, usuarios a través de Twitter y otras redes sociales e incluso gobiernos han buscado las palabras del CEO de Facebook con la intención de que aclarara no solo por qué se ha permitido esta filtración masiva sino qué herramientas tiene la red social para evitar que vuelva a suceder. Zuckerberg llegó ayer al Parlamento Europeo -por voluntad propia- para enfrentarse a unas preguntas que respondió de forma desigual.
Zuckerberg se excusó por la falta de tiempo y prometió enviar las respuestas por escrito
Porque Zuckerberg, ayer, no hizo sino repetir el guion que ya le vimos interpretar en los interrogatorios mantenidos, durante cinco horas cada uno, en la Cámara de Representantes y en el Senado de Estados Unidos. Pidió perdón y asumió la culpa de no haber actuado con más rapidez ante una cuestión que ha afectado a más de 2,7 millones de ciudadanos europeos.
El formato escogido por el Parlamento puso en bandeja un discurso de Zuckerberg bien hilado y centrado en lo que escogía responder; todos los Presidentes del Parlamento hicieron sus preguntas durante cerca de una hora y el fundador de Facebook fue respondiéndolas después, de corrido, de manera que su comparecencia se centró en datos de competencia, impuestos o Inteligencia Artificial, dejando, casualmente, a un lado temas como fake news, venta de datos o control del usuario.
Aunque las preguntas eran mucho más directas que las escuchadas en sus comparecencias en Estados Unidos -todas ellas, como ésta, retransmitidas por directo a través de Internet-, Zuckerberg alegó falta de tiempo para dejarlas sin respuesta y prometió una réplica por escrito.
Algunas de ellas estaban formuladas para ser respondidas con un simple «sí» o «no». Zuckerberg fue comparado con dirigentes distópicos como el de la novela «El Círculo», perteneciente a una gran empresa de Internet laxa con la privacidad de sus usuarios; Guy Verhofstadt, liberal, tuvo a bien recordar que Zuckerberg ha pedido perdón 15 veces en una década, «tres de ellas este año, y solo estamos en mayo».
El líder de Facebook alegó que la compañía es consciente del poder que maneja durante unas elecciones, algo que no advirtió en 2016 con Rusia y sus injerencias hacia la llegada de un nuevo candidato a la Casa Blanca.
Se dieron muchos datos: las 200 últimas apps que se han borrado para proteger la privacidad de los usuarios, la eliminación de las 3.000 cuentas falsas que en Francia pretendían decantar la balanza hacia un candidato concreto para el Elíseo; el trabajo que Facebook realiza con los perfiles yihadistas… y los 10.000 contratos que la empresa gestionará en Europa al acabar 2018. Zuckerberg reconoció además que la privacidad es imposible garantizarla al 100% en la plataforma. Y no pasará nada.
Con las balas esquivadas en Bruselas, Zuckerberg tiene pendiente únicamente asistir al Parlamento Británico, algo que ha declinado en varias ocasiones desde marzo. Con sus palabras cada vez más manidas, cabe preguntarse si Zuckerberg, además de salir airoso de las comparecencias, convence ya a alguien.