¿Qué sucede con nuestras redes sociales si morimos?
Día a día, y a golpe de clic, dejamos por Internet un rastro imborrable que lleva hasta nuestras cuentas en redes sociales. La huella digital tampoco desaparece cuando una persona fallece, con lo que hay que ir desandando el camino todo lo posible para eliminar toda la información de alguien contenida en la red cuando ya no está. Algunas redes sociales, como Facebook o Twitter, tienen protocolos especiales que seguir llegado el caso.
Facebook calcula que al año mueren 200.000 personas que continúan recibiendo notificaciones en la red social
Para evitar que nadie se adueñe de lo que no le corresponde o que la información que se mantenía oculta continúe estándolo una vez el usuario ha fallecido, merece la pena activar ciertas opciones en las redes sociales que asegurarán que nuestro contenido no queda abandonado en el éter.
En Facebook, por ejemplo, y según un estudio de Visual.ly, partiendo solo con datos de Estados Unidos, desde 2004, año en el que se creó la red social, han muerto más de 300 millones de personas usuarias de Facebook.
La misma compañía reconoce que 200.000 usuarios mueren cada año. Esto supone una actividad que no beneficia a la empresa, pues los perfiles de los fallecidos siguen recibiendo comentarios, etiquetas o solicitudes de amistad, ni para la familia, que no sabe cómo eliminar el contenido de su familiar de Internet.
Facebook ofrece la opción de tener un contacto de legado al que traspasar toda la información una vez se notifique la muerte del usuario. Además, es la persona que administrará nuestra cuenta si esta pasa a ser algo parecido a un obituario online, una página conmemorativa.
Esta función se activa cuando los familiares notifican a Facebook que el usuario ha muerto, y a su vez el contacto de legado puede eliminar completamente la cuenta. Los usuarios pueden decidir con anticipación qué quieren que suceda con sus cuentas cuando fallezcan, si eliminarlas o mantenerlas como recuerdo para amigos y familiares. Basta con entrar en Configuración, Seguridad, contacto de legado, y pulsar la opción «eliminación de la cuenta».
Instagram también necesita que un familiar remita la noticia de la muerte del usuario a la compañía, que de igual manera puede cerrar la cuenta o convertirla en un panel de memoria. Este tipo de cuentas no se pueden modificar de ningún modo, y el familiar debe adjuntar una serie de documentación. De momento, aunque engorroso, es la única opción para hacerse con las cuentas de quienes han muerto.
Por su parte, Twitter no permite que nadie entre en la cuenta de un fallecido, independientemente de su relación con él. Se debe notificar el fallecimiento también con una copia del DNI del familiar y del certificado de defunción, entre otros datos. No obstante, a diferencia de Facebook, no permite informar con anterioridad de la intención personal de borrar o no una cuenta.
Otras redes sociales como LinkedIn piden de igual forma la información pertinente a los familiares de un fallecido para cerrar su cuenta.
De momento, la existencia de tanta información personal en la red ha fomentado la creación de nuevas opciones y del llamado testamento digital, del que se encargan algunas empresas, para eliminar el paso de una persona por Internet, algo casi imposible hoy en día. Por otro lado, aún se desconoce qué puede pasar, por ejemplo, con las sesiones de WhatsApp de un fallecido una vez muere.