Una granja de girasoles ubicada en Canadá ha tenido la mala suerte de convertirse en una obsesión de Instagram. La granja, situado en Hamiltón, Ontario, se convirtió en un lugar de peregrinaje a raíz de una foto viral. En la foto, se veía un girasol. De alguna manera, esto convocó a miles de personas al lugar en busca de fotografiar los girasoles, en un número tal, que la granja ha tenido que cerrar sus puertas a visitantes.
Una foto de unos girasoles se convirtió en viral y se convirtió en una obsesión para miles de instagramers
En julio, los dueños quisieron sacar partido al magnetismo que ofrecían sus girasoles sobre los fotógrafos. Por ello, cobraban una entrada de 7,5 dólares a los visitantes. Al principio todo iba bien, pero tras la viralización de las imágenes, se llegó a un punto insostenible. El 28 de julio, más de 7.000 coches abarrotaban las carreteras cercanas a la granja.
Según los periódicos locales, los ansiosos fotógrafos, cual horda de zombies, llegaban de todas direcciones. Los coches estaban aparcados hasta a un kilómetro de distancia de la plantación. La policía tuvo que intervenir para intentar paliar el caótico tráfico, que colapsaba las carreteras.
En un momento dado, los miles de visitantes ignoraron las normas y entraron en el recinto en busca de su ansiada foto sin pagar. Los dueños, la familia Bogles, asistían impotentes al asalto de los instagramers. Según The Globe, el cabeza de familia declaró: «Le dijimos a un tipo que se fuese, y dijo: «oblígame» y después quería pelear conmigo».
Finalmente, la policía tuvo que cerrar el floreciente negocio -ahora fuera de control-, y puso fin a esta especie de capítulo light de Black Mirror. La granja ahora está rodeada de carteles que rezan «prohibido el paso», para advertir a cualquier persona que las 1,4 millones de fotos de girasoles tomadas son más que suficientes.