¿Puede realmente explotar la batería de mi teléfono móvil?
Periódicamente salta la noticia de que la batería de un dispositivo móvil ha acabado explotándose o incendiándose. Es algo que ha afectado a muchos fabricantes: Xiaomi experimentó una oleada de casos hace un par de veranos, Samsung tuvo que retirar incluso la producción de sus Galaxy Note 7 e incluso Apple se ha visto salpicada por algún incidente aislado en los últimos meses.
La batería de los móviles suele estar compuesta por electrolitos líquidos
La reciente explosión de un equipo dentro de un avión de Ryanair a principios de mes, en el aeropuerto de Ibiza, que obligó a desalojar la nave, y la de un teléfono esta misma semana en un domicilio de Granada, donde el propietario había dejado el dispositivo «cargándose» toda la noche, han vuelto a poner de actualidad el tema.
Pero… ¿es realmente posible que explote la batería de un teléfono móvil? La posibilidad existe, es real, como demuestran los casos ocurridos, pero no hay que llevarse las manos a la cabeza ni dejarse arrastrar por el sensacionalismo: Hay posibilidad, pero es realmente extraño que esto ocurra, muy difícil, y para que pase han de darse unas condiciones determinadas.
¿Por qué explotan las baterías de los móviles? Básicamente, porque están compuestas de un material que es ciertamente inflamable, aunque el teléfono debería ser manipulado o contar con algún defecto de fábrica para que pudiera llegar a producirse una explosión.
La mayor parte de los teléfonos móviles que usamos hoy día están compuestos por baterías de litio, formadas por electrolitos líquidos. Este material es altamente inflamable si, por ejemplo, entra en contacto con la humedad o la temperatura ambiente, sin embargo, es difícil que esto ocurra.
Para que pase algo así debería manipularse el teléfono móvil (por ejemplo, intentar sacar la batería en dispositivos que no tienen una batería extraíble), rompiendo la carcasa que la recubre y que, entre otras cosas, evita que los electrolitos pudieran entrar en contacto con el aire.
De la misma manera, sería necesario que el teléfono tuviera algún defecto de fabricación, como por ejemplo, fallos en el ensamblaje, para que también pudiera producirse una «fuga» en este sentido. Con los controles que pasan los dispositivos antes de salir al mercado, esto también parece harto improbable.
Por otra parte, el usuario debe evitar en la medida de lo posible el recalentamiento del dispositivo llevando a cabo prácticas seguras a la hora de cargar su teléfono móvil.
Por ejemplo, siempre debe cargarse la batería con el cargador proporcionado por el fabricante y nunca con otros tipos de cargadores que pueden poner en riesgo el dispositivo. Si se extravía o se deteriora el cargador oficial, se recomienda comprar otro a la compañía fabricante.
No dejar el teléfono móvil expuesto ante la luz solar directa también es recomendable. Aunque eso no vaya a hacer que explote el dispositivo, someter al teléfono a una fuente de calor directa puede dañar los materiales que recubren la carcasa.